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Enoturismo en La Mancha, a través de sus museos

La riqueza de una tierra no se mide por su dinero. Su valor está intrínsecamente ligado a su cultura, a la nobleza de sus gentes, al respeto por sus tradiciones y al amor por su territorio. Es por ello, que La Mancha puede presumir de ser un gran tesoro enclavado en el corazón de la Península Ibérica. Tierra de labriegos donde las haya, su pasado, presente y futuro, no podrían entenderse sin sus vinos. De hecho, el potencial de su inimitable terruño, despertó el interés de los romanos, los cuales no dudaron en establecer ahí sus cultivos de vid. Sus aptitudes han derivado a que, en la actualidad, La Mancha se erija como la bodega de Europa. También, el lugar ideal para hacer enoturismo de calidad. 

Para preservar y avivar la valiosa cultura del vinícola en La Mancha, se hallan sus museos dedicados al vino. Nacen con el objetivo de guardar y divulgar los testimonios e historias de la sociedad manchega, su forma de vida, sus costumbres y tradiciones. En definitiva, el patrimonio material e inmaterial de la comarca. Un legado que desaparecería, si no fuera por ellos.

Llevando el vino y la cultura por bandera, en La Mancha destacan cinco museos que se han convertido en verdaderos templos del vino: el Museo Molino ‘Gigante del Vino de La Mancha’ (Campo de Criptana, CR); el Centro de Interpretación del Vino D.O. La Mancha (Alcázar de San Juan, CR); el Museo Torre del Vino (Socuéllamos, C); el Museo del Carro (Tomelloso, CR); y el Museo de la Alfarería Tinajera (Villarrobledo, AB). 

Cada uno de estos museos, cuenta con un gran abanico de ofertas culturales que permiten adentrarse al mundo del vino. Todo ello, de una forma diferente y entretenida. El Gigante del Vino de La Mancha se alza como un molino de viento donde la historia, divulgación y experiencias sensoriales, se esconden tras las paredes de esta típica construcción manchega. Por su parte, el Centro de Interpretación del Vino alberga una imponente colección de botellas de vino, así como todo lo necesario para descubrir la cultura vinícola del lugar, poniendo en marcha los cinco sentidos. 

También, el Museo Torre del Vino de Socuéllamos es un lugar donde aprender de vino, a través de todas sus ramificaciones y ámbitos por los que se extiende. Sin duda, todo un referente cultural embebido en una localidad de gran tradición vinícola. De igual acervo vinícola es la localidad de Tomelloso, cuyo Museo del Carro y Aperos de Labranza recrean el día a día de viticultores y bodegueros de antaño. Finalmente, el Museo de Alfarería Tinajera de Villarrobledo pone en valor un oficio milenario, que posicionó a la localidad como referente mundial en la elaboración de tinajas de barro.